Esta mañana hablé con un pana hondureño acerca de sus elecciones y noté que todavía tenía el dedo manchado, - signo, de que que ejerció su voto. Era como las viejas tintas que se usaban en las elecciones de la IV república o de la V hasta que Chávez dejó de tener el "apoyo total de los votantes". Totalmente indeleble. En las últimas dos elecciones que participé en Venezuela, me pude quitar la tinta del dedo con una servilleta y frotándola sin mucho esfuerzo.
Honduras, un país con pocos recursos pudo conseguir una tinta indeleble. Venezuela, el país del sistema electoral más perfecto, -según Chávez y sus secuaces-, no pudo. O no quiso…
Veremos que tinta se usa en las elecciones del Congreso el año que viene, pero apuesto, -como la cosa se le está poniendo chiquita a Chávez-, a que no va a usarse tinta indeleble.
El uso o no de la tinta indeleble no decide elecciones, pero al menos no levanta más suspicacias en un proceso electoral, donde el padrón electoral no es auditable y existen 2.4 millones de electores sospechosos de ser “virtuales”, donde el referendo anterior donde Chávez perdió por “10 mil votos” todavía no se sabe el resultado final, donde en el primer referendo a la figura del presidente se hicieron atropellos desde eliminar firmas sin sentido, a no permitir a electores votar estando éstos en regla, donde, en fin, el gobierno parece ser el juez y no el Consejo Nacional Electoral.
La tinta indeleble parece ser una pendejada, pero éstas pueden ser vistas como tales o como la punta de un iceberg que muchos se niegan o no les conviene ver.
El Pollo