Wednesday, December 1, 2010

Wikileaks: Sapeo Global


Desde que el australiano Julian Assange -sobre quien pesa orden de captura internacional por parte de Interpol por un caso de violación en Suecia- en 2006 fundara Wikileaks, un medio de comunicación online dedicado a la difusión de información clasificada proveniente de fuentes anónimas, los sentimientos hacia el sitio web han sido contradictorios.

Para los que creemos en la libertad de expresión, Wikileaks es un excelso ejemplo de lo que es la libertad de expresión; tan es así que en sus casi 4 años de existencia Wikileaks ha obtenido varios premios internacionales otorgados por diversas organizaciones que van desde The Economist hasta Amnistía Internacional.

Pero las revelaciones que han aparecido esta semana sobre cables confidenciales clasificados que involucran a la diplomacia gringa revuelven esos sentimientos contradictorios que el sitio de marras produce en mí. De hecho, en los últimos dos días dos queridas amigas Charlotte y Gabriela me han preguntado sobre qué pienso del peo y mi respuesta ha sido la misma: arrechera.

Esa arrechera se basa en que una vaina es defender los derechos humanos de los disidentes chinos -supuesta tesis de cómo comenzó el sitio- o denunciar las violaciones de derechos humanos hechas por los gringos en Guantánamo y otra es revelar conversaciones privadas entre personas vinculadas al Departamento de Estado sobre actores internacionales; información que, aparentemente, fue sustraída del Pentágono por un soldado -¡pobre bolsa lo que le espera!- en un disco de Lady Gaga -símbolo de los tiempos- y en un memory stick.

Para ponerlo en términos más mundanos; es como si alguien hackeara tu correo electrónico y divulgara lo que dijiste sobre el pana que se rascó el sábado pasado, sobre la novia inmamable de otro pana, sobre lo que les harías a las chicas que pasan frente a tu ventana con esos leggings y botas invernales o sobre la amiga a la que le tienes más ganas que a un pan de jamón recién sacado de horno. ¡No joda!

Así que cuidadito con lo que escriben, que siempre hay un sapo al acecho.

Y tú a ¿Qué le temes que un sapo escupa?

Ciro

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