Estar ubicada a poquísimos kilómetros del mar Caribe a una altura de 900 metros sobre el nivel del mar, enclavada en un valle con una imponente montaña como telón de fondo y con una temperatura casi perfecta durante todo el año, harían de cualquier lugar del mundo un paraíso tropical. Pues para quienes no la conozcan, esta es una descripción física, bastante general, de lo que es la ciudad de Caracas. Claro, a eso habría que agregarle algunos detallitos externos para tener una mejor percepción de lo que es realmente la ciudad.
La visita de mi amiga Xiaoping a la Sultana del Ávila o a la Sucursal del Cielo, como en algún momento se le denominó arrogantemente a la ciudad de Caracas, me sirvió para reencontrarme con una ciudad virtual, o como diría Calvino, con una Citta’ Invisibile a los ojos de los caraqueños que la padecen diariamente.
El haberme convertido en guía turístico por tres días, la primera semana de enero, ha sido unos de las actividades más gratificantes y edificantes que he hecho últimamente.
El primer día -primero de enero- disfrutamos de las bondades de vivir en una ciudad que está a tan sólo 30 kilómetros del mar Caribe y nos fuimos al fabuloso apartamento del pana Fatboy en Caraballeda.
Al día siguiente, caminamos desde Capitolio -recorriendo un apacible casco histórico- hasta Maripérez, subimos al Humbolt en el teleférico, caminamos por Sabana Grande, agarramos metro, fuimos a la plaza Altamira y nos tomamos unas birras en el San Ignacio. ¡EN UN SOLO DIA!
En este recorrido me encontré con una cuidad limpia, amable, vivible y tripiable al 100%. De hecho, Xiaoping me preguntó -sentados en un recuperado y limpio parque Los Caobos- por qué yo no quería vivir en Caracas, sino en Washington, DC, si Caracas “es una ciudad maravillosa”; incluso llegó a decirme que le sorprendía que no hubiera “vendedores ambulantes” en la ciudad. En fin, una ciudad perfecta para vivir y disfrutar.
Y les pregunto a mis lectores caraqueños que nos ayuden con una preguntica: ¿Cuáles son algunos de esos detallitos -para que los lectores extranjeros tengan una mejor percepción de la ciudad- que hacen que la Sultana del Ávila haya pasado de la Sucursal del Cielo a la Capital del Infierno?
Ciro
La visita de mi amiga Xiaoping a la Sultana del Ávila o a la Sucursal del Cielo, como en algún momento se le denominó arrogantemente a la ciudad de Caracas, me sirvió para reencontrarme con una ciudad virtual, o como diría Calvino, con una Citta’ Invisibile a los ojos de los caraqueños que la padecen diariamente.
El haberme convertido en guía turístico por tres días, la primera semana de enero, ha sido unos de las actividades más gratificantes y edificantes que he hecho últimamente.
El primer día -primero de enero- disfrutamos de las bondades de vivir en una ciudad que está a tan sólo 30 kilómetros del mar Caribe y nos fuimos al fabuloso apartamento del pana Fatboy en Caraballeda.
Al día siguiente, caminamos desde Capitolio -recorriendo un apacible casco histórico- hasta Maripérez, subimos al Humbolt en el teleférico, caminamos por Sabana Grande, agarramos metro, fuimos a la plaza Altamira y nos tomamos unas birras en el San Ignacio. ¡EN UN SOLO DIA!
En este recorrido me encontré con una cuidad limpia, amable, vivible y tripiable al 100%. De hecho, Xiaoping me preguntó -sentados en un recuperado y limpio parque Los Caobos- por qué yo no quería vivir en Caracas, sino en Washington, DC, si Caracas “es una ciudad maravillosa”; incluso llegó a decirme que le sorprendía que no hubiera “vendedores ambulantes” en la ciudad. En fin, una ciudad perfecta para vivir y disfrutar.
Y les pregunto a mis lectores caraqueños que nos ayuden con una preguntica: ¿Cuáles son algunos de esos detallitos -para que los lectores extranjeros tengan una mejor percepción de la ciudad- que hacen que la Sultana del Ávila haya pasado de la Sucursal del Cielo a la Capital del Infierno?
Ciro
* Del primero al cuatro de enero
Caracas en Blogalaxia
No comments:
Post a Comment