La música es de las expresiones artísticas más omnipresentes que existe, porque está siempre con nosotros en todas partes. A diferencia de la literatura, la poesía o las artes plásticas; la música nos acompaña en todo momento: caminando, corriendo, en el carro, viajando, durmiendo, en la oficina, en la rumba. Por ello, es uno de los placeres de la vida de los cuales no se puede prescindir.
Iván Loscher en su excelente libro Dilemas del Presente plantea esta omnipresencia de la música en nuestras vidas de una manera muy acertada; dice Loscher que “Nosotros somos un soundtrack como personas. Cuando tiendo a mirar hacia un momento determinado de mi biografía lo analogo al momento en el que yo estaba escuchando determinada canción”
Esta ubicuidad de la música, nos lleva a asociar momentos determinados de nuestras vidas con cierta canción o artista y con la persona con la que compartimos esos momentos. Se puede afirmar que el iPod de tu vida es tan íntimo y personal como tus recuerdos.
Para mí, la rebeldía adolescente: The Doors, el liceo: U2, The Cure, The Police, Soda, Sentimiento Muerto y Desorden Público; la universidad: Smashing Pumpkins, Weezer, Beck y Beastie Boys, Margarita: -y la playita en general- Bob Marley, mi primer festival de teatro: Mano Negra, cualquier sabroso matrimonio: Billo’s, mi primer viaje a Estados Unidos: Pearl Jam y Nirvana, un amor apasionado: Héctor Lavoe, los primeros años de la vida laboral: Massive Attack, Tricky y Portishead , el inolvidable verano pasado: Peter Bjorn and John, etc., etc., etc….
El iPod de tu vida es tan importante que, dependiendo de tu play list biográfico, se puede determinar si eres una persona pangola o no.
Entonces, ¿Qué hay en el iPod de tu vida?
Ciro
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