Después de casi 7 años viviendo en la capital del Imperio, he llegado a ciertas aproximaciones -obviamente, no absolutas- sobre algunos conceptos que definen a la sociedad gringa. Por supuesto, aproximaciones muy subjetivas y personales que están relacionadas con las vivencias que he tenido en esta ciudad, fundada sobre los pantanos del Potomac.
Uno de esos conceptos que definen a la sociedad gringa -que además es un concepto que los gringos le tratan de imponer al mundo- es el concepto de libertad.
Primero que todo, permítanme robarme el concepto de libertad que nos da la Real Academia Española: “Facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos.” Pero ¿Qué carajo es la libertad para los gringos?
Sin entrar en consideraciones filosóficas sobre el concepto de la Real Academia, para mí el concepto de libertad para un estadounidense común y corriente, no está relacionado exclusivamente con poder decir y hacer lo que le dé la gana y ser responsables por ello -lo cual es algo que dan por sentado como derecho inalienable desde el día en que nacen. ¡Que envidia carajo!-, sino que mucho más allá de eso, está relacionado con la posibilidad de tener y comprar lo que les de la puta gana.
La casota en los suburbios, la camionetota contaminante, el pantalla plana de 50 pulgadas, los viajes, los zapatos, las carteras, los juguetes pal carajito, los conciertos, los juegos de fútbol americano, la nevera repleta de vainas, los 200 canales de cable, los video juegos, la piscina y otro montón de guevonadas; representan la verdadera libertad para el gringo.
Pero esa libertad para comprar lo que quiera está asociada no a su salario, sino a la libertad que le da el banco y su tarjeta de crédito para endeudarse -oh, paradoja-.
Pero esa libertad ha sido duramente afectada por la crisis financiera actual porque esa “Facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos”, hizo que tanto ese hombre como la institución bancaria que lo financiaba, actuaran de una manera tan irresponsable que ha hecho estremecer los cimientos del sistema capitalista a nivel mundial.
Obviamente, esto se ha traducido en que obtener un crédito en estos momentos sea casi inaccesible para una gran mayoría de estadounidenses e incluso se ha vuelto mucho más engorroso para un carajo con un credit score cercano a los 800 obtenerlo; haciendo que la quimera de la libertad de un domingo en la tarde viendo el fútbol americano en el Sony Bravia de 50 pulgadas en el salón de la casa -dedicado exclusivamente para eso- esté cada vez más lejos.
Ciro
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