Las rumbas decembrinas han mermado -en el sentido de disminuir y no de hacer más de pinga- mi creatividad, por lo tanto me voy a permitir auto fusilarme uno de mis primeros artículos en DCV para que las cuaimas y los cuaimiados se identifiquen nuevamente. ¡Que lo disfruten!
En un artículo anterior sobre qué es ser venezolano, hubo muchos comentarios que expresaban una gran cantidad de adjetivos para calificarnos como venezolanos –sobre lo que ahondaré en un próximo artículo-, pero me llamó la atención uno de los comentarios en particular, que se refería a las venezolanas y venezolanos como cuaima. Y me pregunto, aunque parezca tonto preguntárselo, ¿qué es ser cuaima?
Según el diccionario de uso de la lengua española de María Moliner, cuaima es: “(Venezuela) 1) Serpiente del género “Crotalus” muy ágil y venenosa, negra por encima y blanquecina por debajo. 2) (fig.) Persona astuta, peligrosa y cruel.”
Lo primero que llama la atención de la definición de María Moliner es que no habla de mujer, sino de persona; y aunque, obviamente, cuando pensamos en una cuaima, pensamos en una mujer, creo que la cosa es más de actitud que de género. ¿O me van a decir que ustedes no conocen a ningún hombre cuaima? Pero a eso le podríamos dedicar otro artículo.
Entonces, vamos a lo que vinimos, ¿qué es ser cuaima? Para mi es una persona con un carácter fuerte, a la que le gusta tener el control, imponer su visión y, por sobre todo, crear temor en el cuaimiado. Ya lo decía Maquiavelo: “no quiero que me amen sino que me teman”.
Pero por supuesto, como toda moneda tiene dos caras, no podría existir una cuaima sin un hombre al que le guste ser cuaimiado; y es allí donde se crea el mito de la mujer venezolana, y que mejor muestra que el personaje de Radio Rochela, Palomino Vergara y su esposa, para ejemplificar como es la relación cuaima/cuaimiado.
Es por eso que lejos de ser un término peyorativo, el calificativo de cuaima habla muy bien de la mujer venezolana; ya que, a diferencia de muchísimas sociedades latinoamericanas, asiáticas y árabes, nuestras mujeres no se dejan dominar fácilmente sino más bien terminan imponiéndose al machismo, solapado o directo, que existe en nuestro querido país.
Y tú, ¿quieres ser amada o temida?
Ciro
Cuaima en Blogalaxia
En un artículo anterior sobre qué es ser venezolano, hubo muchos comentarios que expresaban una gran cantidad de adjetivos para calificarnos como venezolanos –sobre lo que ahondaré en un próximo artículo-, pero me llamó la atención uno de los comentarios en particular, que se refería a las venezolanas y venezolanos como cuaima. Y me pregunto, aunque parezca tonto preguntárselo, ¿qué es ser cuaima?
Según el diccionario de uso de la lengua española de María Moliner, cuaima es: “(Venezuela) 1) Serpiente del género “Crotalus” muy ágil y venenosa, negra por encima y blanquecina por debajo. 2) (fig.) Persona astuta, peligrosa y cruel.”
Lo primero que llama la atención de la definición de María Moliner es que no habla de mujer, sino de persona; y aunque, obviamente, cuando pensamos en una cuaima, pensamos en una mujer, creo que la cosa es más de actitud que de género. ¿O me van a decir que ustedes no conocen a ningún hombre cuaima? Pero a eso le podríamos dedicar otro artículo.
Entonces, vamos a lo que vinimos, ¿qué es ser cuaima? Para mi es una persona con un carácter fuerte, a la que le gusta tener el control, imponer su visión y, por sobre todo, crear temor en el cuaimiado. Ya lo decía Maquiavelo: “no quiero que me amen sino que me teman”.
Pero por supuesto, como toda moneda tiene dos caras, no podría existir una cuaima sin un hombre al que le guste ser cuaimiado; y es allí donde se crea el mito de la mujer venezolana, y que mejor muestra que el personaje de Radio Rochela, Palomino Vergara y su esposa, para ejemplificar como es la relación cuaima/cuaimiado.
Es por eso que lejos de ser un término peyorativo, el calificativo de cuaima habla muy bien de la mujer venezolana; ya que, a diferencia de muchísimas sociedades latinoamericanas, asiáticas y árabes, nuestras mujeres no se dejan dominar fácilmente sino más bien terminan imponiéndose al machismo, solapado o directo, que existe en nuestro querido país.
Y tú, ¿quieres ser amada o temida?
Ciro
Cuaima en Blogalaxia
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