Venezuela es el mejor país del mundo para pasar la última semana de diciembre y la primera de enero: los viejos, los panas, la playa, la comida, el roncito, la rumba, el béisbol, El Ávila, el clima, el sol, la falta de tráfico. Hasta pareciera que los malandros se tomaran unas merecidas vacaciones. De hecho, si uno lleva a un extranjero de visita durante este período, te preguntará perplejo: “¿por qué te quejas tanto de tu país si es una maravilla? Además Caracas es una hermosa y vivible ciudad”.
Pero lamentablemente los venezolanos, y muy especialmente los caraqueños, sabemos que eso es una mera ilusión. Como la ilusión de que vivimos en un país opulento; opulencia que se evidencia en que el país está repleto de blackberrys y televisores pantalla plana.
El caso de los blackberrys es particularmente emblemático porque representa lo superficial que es nuestro querido país; y, ojo, no lo digo por el bendito aparatico per se, sino en cómo se relaciona la gente con esta herramienta de comunicación.
Lo que me llamó poderosamente la atención es que la gran mayoría de los blackberryhabientes no tienen el servicio de Internet porque “es muy caro” -pero el bicho cuesta entre 500 y 1.000 dólares-. Es decir, la gente lo tiene por el chat -que es gratis- y por el estatus que da, no por lo que es como la herramienta de comunicación.
Y me viene a la mente la metáfora de país que tenemos en estos días aciagos: una carcasa de lujo, aparentemente muy útil, escasa de contenido real.
¡¿Qué escribiría Cabrujas si estuviera vivo?!
Por cierto, antes que la falta de luz nos deje más incomunicados, ¿Cuál es tu pin?
Ciro
Pero lamentablemente los venezolanos, y muy especialmente los caraqueños, sabemos que eso es una mera ilusión. Como la ilusión de que vivimos en un país opulento; opulencia que se evidencia en que el país está repleto de blackberrys y televisores pantalla plana.
El caso de los blackberrys es particularmente emblemático porque representa lo superficial que es nuestro querido país; y, ojo, no lo digo por el bendito aparatico per se, sino en cómo se relaciona la gente con esta herramienta de comunicación.
Lo que me llamó poderosamente la atención es que la gran mayoría de los blackberryhabientes no tienen el servicio de Internet porque “es muy caro” -pero el bicho cuesta entre 500 y 1.000 dólares-. Es decir, la gente lo tiene por el chat -que es gratis- y por el estatus que da, no por lo que es como la herramienta de comunicación.
Y me viene a la mente la metáfora de país que tenemos en estos días aciagos: una carcasa de lujo, aparentemente muy útil, escasa de contenido real.
¡¿Qué escribiría Cabrujas si estuviera vivo?!
Por cierto, antes que la falta de luz nos deje más incomunicados, ¿Cuál es tu pin?
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