El colectivo Il Postino ataca de nuevo. Entre algunas confusiones, esperanzas y decepciones, el bolívar fuerte ha entrado en la vida de los venezolanos, no sólo para vendernos la ilusión de una moneda fuerte, una economía fuerte y un país fuerte.
El gobierno “bolivariano” –ya no tan fuerte- dejó al descubierto un detallito que en muy poco tiempo será patrón de comparación con el anterior bolívar en la época de los años 70, cuando la moneda era fuerte y no lo sabíamos.
En aquella época, un profesor universitario con rango de Instructor (primer rango en el escalafón universitario) a medio tiempo (que podía ser un recién graduado en alguna carrera de pregrado) ganaba 1.860 bolívares mensuales. Actualmente, un Profesor Asistente (segundo rango en el escalafón universitario), a tiempo completo, que debe haber pasado por estudios de Post Grado, por el trauma de un concurso de oposición, por la defensa de trabajos de ascenso y de lecciones públicas, y por la publicación de artículos en revistas arbitradas, cuenta con el fuerte ingreso de 1.600 bolívares fuertes al mes.
Otro ejemplo patético de nuestra “fuerte” economía es esta perla.
En 1970, un recién egresado de la Escuela de Nutrición de la Universidad Central de Venezuela cobraba, como Dietista 1 en el Hospital Militar, un sueldo de 1.400 bolívares. Una persona del mismo grado no pasa de 1.000 bolívares fuertes.
Y lo peor, para aquella época, un kilo papa o un litro de leche costaba 1 bolívar. Hoy, un kilo de papa cuesta en el mercado 10 bolívares fuertes, la leche no se consigue y la mala leche se consigue en todas partes y gratis.
Gracias al Bolívar Fuerte, hoy los venezolanos podemos comparar con más claridad nuestra “fortaleza” macro económica, que en muy poco tiempo promete ser micro económica.
Con el regreso de este bolívar, quienes estamos en esta nueva lucha por la locha pa’ la leche -si es que se consigue- tendremos la oportunidad de retomar la frase que usaban los mendigos en los años 70 para sobrevivir, y que será muy útil en los días venideros para redondearnos el sueldo: “Chamo, un bolivita 'fuerte' ahí”.
El gobierno “bolivariano” –ya no tan fuerte- dejó al descubierto un detallito que en muy poco tiempo será patrón de comparación con el anterior bolívar en la época de los años 70, cuando la moneda era fuerte y no lo sabíamos.
En aquella época, un profesor universitario con rango de Instructor (primer rango en el escalafón universitario) a medio tiempo (que podía ser un recién graduado en alguna carrera de pregrado) ganaba 1.860 bolívares mensuales. Actualmente, un Profesor Asistente (segundo rango en el escalafón universitario), a tiempo completo, que debe haber pasado por estudios de Post Grado, por el trauma de un concurso de oposición, por la defensa de trabajos de ascenso y de lecciones públicas, y por la publicación de artículos en revistas arbitradas, cuenta con el fuerte ingreso de 1.600 bolívares fuertes al mes.
Otro ejemplo patético de nuestra “fuerte” economía es esta perla.
En 1970, un recién egresado de la Escuela de Nutrición de la Universidad Central de Venezuela cobraba, como Dietista 1 en el Hospital Militar, un sueldo de 1.400 bolívares. Una persona del mismo grado no pasa de 1.000 bolívares fuertes.
Y lo peor, para aquella época, un kilo papa o un litro de leche costaba 1 bolívar. Hoy, un kilo de papa cuesta en el mercado 10 bolívares fuertes, la leche no se consigue y la mala leche se consigue en todas partes y gratis.
Gracias al Bolívar Fuerte, hoy los venezolanos podemos comparar con más claridad nuestra “fortaleza” macro económica, que en muy poco tiempo promete ser micro económica.
Con el regreso de este bolívar, quienes estamos en esta nueva lucha por la locha pa’ la leche -si es que se consigue- tendremos la oportunidad de retomar la frase que usaban los mendigos en los años 70 para sobrevivir, y que será muy útil en los días venideros para redondearnos el sueldo: “Chamo, un bolivita 'fuerte' ahí”.
Il Postino
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