El cerebro humano, como se sabe, es sumamente complejo -para mí el de las mujeres mucho más inexpugnable que el de los hombres, pero eso es harina de otro costal-, por eso entender la lógica de ciertas decisiones humanas es, muchas veces, tan difícil como ilógico. Quizá sea por este motivo que la raza humana esté plagada de tantas contradicciones.
En un reciente artículo publicado en el Washington Post hay un interesante análisis sobre algunas conductas contradictorias o hipócritas, si se quiere, de las personas que son -o se consideran- enviromentally friendly. El artículo muestra un estudio de Benoit Monin -psicólogo social de la prestigiosa universidad de Stanford- sobre el comportamiento de estas personas de corazón verde.
El estudio habla de la licencia moral que se permiten las personas que consideran que están haciendo algo bueno. Esta licencia moral es algo así como si tuviéramos una cuenta de ahorros en la cabeza donde las cosas buenas son créditos y las cosas malas son débitos. Es decir, que si hacemos algo bueno, podemos compensarlo con algo malo y viceversa. Monin lo explica con un ejemplo muy sencillo: la gente que votó por Barack Obama -crédito- es más propensa a favorecer a una persona blanca -débito- si tuviera que escoger entre un blanco y un negro para ofrecerle una posición de trabajo. Este juego de créditos y débitos también ocurre con las personas que tienen paneles solares en sus casas para producir electricidad -crédito-, pero que usan más electricidad -débito- que si no tuvieran dichos paneles. Aunque Monin aclara que esta indulgencia, quizá, ni siquiera sea conciente.
En el mismo artículo del Post hay otros estudios que demuestran que las personas que compran electrodomésticos que son eficientes en el uso de la energía, consumen más energía que los que no tienen este tipo de electrodomésticos. ¡Paradoja, paradoja!
¿Y tu balance en tu cuenta de ahorros como está?
Ciro
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